Zelnova Zeltia, única química de su segmento en toda la mitad norte de España, roza los 100 millones en ventas, en plena expansión corporativa.

Es tiempo de bichos. Proliferan de muchos tipos y acabar con los que más abundan —que no siempre son los más peligrosos— es buena parte del negocio de la empresa química Zelnova Zeltia, hoy convertida en la única fábrica de aerosoles del norte de España, y la mayor productora de insecticidas del país: fabrica 200.000 aerosoles al día y 150.000 difusores eléctricos, hasta un total de 10 millones de unidades al año.

Zelnova es una compañía de capital cien por cien gallego surgida de la histórica Zeltia (fundada hace 82 años en la calle Príncipe de Vigo), de la que primero nació Cooper Zeltia (en 1964, en O Porriño), que a su vez acabó escindida en dos: CZ Veterinaria —hoy Zendal—, y Zelnova.

Con el tiempo, la vieja matriz Zeltia fue devorada accionarialmente por su filial farmacéutica PharmaMar. Zelnova siguió a lo suyo, fabricando insecticidas, y haciendo de soporte económico de la biotecnológica, hasta que, en el 2019, el grupo que preside José María Fernández Sousa, tras fijar su sede social en Madrid, la vendió por 34 millones de euros para capitalizarse y seguir investigando medicamentos contra el cáncer.

Fue una buena venta, porque todo quedó en casa. La empresa química pasó a manos de dos sociedades, Allentia Invest y Safoles, participadas por el presidente del grupo Zendal y consejero de PharmaMar, Pedro Fernández Puentes. El veterano empresario gallego, que ya había liderado la antigua Cooper Zeltia, es primo de José María Fernández Sousa, y preside Zendal, pujante grupo biotecnológico con sede en O Porriño, especializado en la investigación y fabricación de vacunas humanas y animales, hoy con plantas en Galicia y Portugal.

Desde entonces, la compañía no ha parado de crecer. Cinco años después de su compra, Zelnova Zeltia ha incrementado sus ventas en un 30 % hasta los 89 millones de euros al cierre del 2024, con previsión de rozar los 100 millones al término del ejercicio en curso. «Esto ha sido posible gracias a una estrategia muy bien planificada y a una política de continua búsqueda activa de proveedores alternativos a nivel mundial que puedan ofrecer productos más competitivos. También se han tomado medidas de reducción de costes y mejora de productividad en todos los ámbitos del proceso de aprovisionamiento, fabricación y distribución», explica Juan Ameneiro, consejero delegado de Zelnova Zeltia.

Los productos superventas de la compañía Casa Jardín, Kill-Paff, ZZ, OTC o Toke (la última marca incorporada en el año 2021), están presentes en más de 50 países, y las ventas fuera de España ya superan el 44 % del total del grupo, con especial aporte de los mercados de Portugal e Italia, país en el que está su filial Copyr Spa, especializada en ambientadores y productos agrobiológicos, de la que tiene el 100 % del capital social.

La trayectoria de Zelnova es ascendente en I+D. Está marcada por destacados hitos en innovación: fue primera empresa que fabricó un insecticida en aerosol en España, en el año 1942; y la primera del mundo también que lanzó un ambientador eléctrico, en 1989. Ha sido pionera en el desarrollo e introducción en España del primer antimosquitos eléctrico de vaporización controlada que no utiliza pastillas (Kill Paff), así como del primer ambientador eléctrico para el hogar, basado en este mismo sistema.

Y más éxitos que llegarán de manos de un equipo integrado por 250 personas, que trabajan a tres turnos en unas instalaciones de O Porriño todavía con potencial de crecimiento, en 16.000 metros cuadrados reservados para una próxima expansión física.

A las puertas del verano, la actividad en la planta está siendo frenética en las tres líneas de producción de insecticidas en aerosol, de las que salen Casa Jardín y las marcas blancas para la gran distribución —suponen el 40 % del total—, aunque «no necesariamente con la misma composición», matiza Juan Ameneiro. «Queremos mantener nuestras marcas, que siguen creciendo, pero si la tendencia del mercado pide marca blanca, tenemos que estar ahí», afirma. Lo mismo ocurre en la nave de insecticidas eléctricos, envasados en distintos formatos y bajo diferentes enseñas.

«Nuestras marcas son potentes, pero queremos seguir creciendo con productos complementarios, especialmente en el ámbito del cuidado personal. Ya lo hicimos con éxito con la marca Toke, y ahora buscamos nuevas oportunidades», afirma el consejero delegado.

Confirma que la compañía está avanzando en una nuevas adquisiciones para diversificar su actividad y consolidar su presencia internacional. «Somos una empresa afianzada en el mercado de los insecticidas domésticos, pero tiene el inconveniente de que es muy estacional, por lo que pensamos que debemos apostar por otras líneas de actividad. En nuestro plan está esa diversificación, algo que vamos a hacer con un fuerte desarrollo de innovación», concluye.